En el marco del proyecto Gestión Comunitaria del Agua que llevamos a cabo la fundación Swissaid, Conciudadanía y la Fundación Aurelio Llano Posada, en veredas de seis municipios del suroeste, hemos caracterizado hasta el momento 52 fuentes de agua, pertenecientes a los municipios de Montebello, Caramanta, Támesis y Jericó. La situación de estas fuentes de agua es compleja por las problemáticas acumuladas a lo largo de los años, la mayoría de ellas como consecuencia de las prácticas agrícolas de las comunidades rurales, por los conflictos con los propietarios de los predios, por el estado de las infraestructuras de los acueductos y por las recientes presiones sobre el agua para usos agroindustriales y la minería.
Estas 52 fuentes se ubican entre los 1.291 y los 2.325 metros sobre el nivel del mar, la mayoría de ellas en territorios inclinados, muy faldudos. De estas 52 fuentes, sólo 6 tienen protegida su ronda hídrica, es decir tienen vegetación protectora en cien metros a la redonda del nacimiento o afloramiento principal. Los demás nacimientos tienen vegetación, pero poca; en la mayoría de los casos el agua nace debajo de un corredor de monte que no supera los diez metros a lado y lado del afluente y estos corredores están en medio de potreros con ganado o cafetales. La mitad de los nacimientos no están cercados, incluso algunos fueron cercados en el pasado pero hoy los cercos están en mal estado o el dueño del predio los tiró al suelo.
Dieciocho de estas fuentes no tienen protegida el área de retiro de 15 metros a lado y lado del hilo de agua, específicamente en la franja que va desde el nacimiento o afloramiento principal hasta la bocatoma del acueducto; generalmente estos retiros están en cultivo de café en las partes más bajas, de pinos en algunas partes altas, de ganado en partes bajas y altas. En todas las fuentes de agua que están cerca de potreros de ganado, las muestras de agua evidenciaron presencia de coliformes fecales; en las fuentes que están cercas a cultivos de café, tomate de árbol, tomate de aliño y en general de cultivos, se sospecha presencia de contaminantes químicos provenientes de las diversas fumigaciones. De estas 52 fuentes, 35 no tienen legalizada la concesión de aguas ante Corantioquia; en 14 nacimientos y 10 bocatomas, existen conflictos de la comunidad con los dueños de los predios para realizar acciones de protección, para instalar infraestructuras.
En medio de los conflictos y las tensiones, además del temor por la presencia o amenaza de la minería y los monocultivos, el relato que más se narra es este: “Yo nací en esta tierra, aquí nació mi papá y aquí vivieron mis abuelos y bisabuelos. Esta es una familia fundadora de este pueblo y desde que ellos llegaron a esta tierra, han usado esta agua que nace en la cabecera de la finca, esta agua siempre ha sido de nosotros. No entiendo por qué ahora vienen a decir que la tengo que legalizar para poder usarla, si siempre ha sido de nosotros, o que la tengo que proteger, dejar el retiro de la quebrada en monte. Que me compren esta tierra sea Corantioquia, el municipio o el acueducto, y hagan con ella lo que quieran”.
Generalmente existe otra versión de los vecinos: “el señor de la finca de arriba, dice que él hace lo que le dé la gana con el nacimiento y la quebrada; le ofrece machete al que se le meta a la finca a arreglar o a echar el agua. Llevamos más de 30 años en estas con este señor. Aquí vino Corantioquia y lo sancionó, lo hemos demandado a la Inspección de Policía y no pasa nada, no hay manera de hacerle cumplir las leyes”.
La gestión del agua en estos territorios, combina la situación precaria de las fuentes, las infraestructuras, los conflictos entre las personas y la baja capacidad de la institucionalidad pública para ayudar a resolver estos problemas acumulados en el tiempo. Lo usual es que las comunidades rurales han lidiado con estas problemáticas, unas veces con la ayuda del Comité de Cafeteros, el municipio, en la construcción de infraestructuras. En las fuentes con concesión de agua Corantioquia participa, pero con importantes limitaciones para ejercer la autoridad ambiental ante quienes infringen daños a las fuentes y sus zonas de protección; las inspecciones de policía y el sistema de justicia no están en capacidad de acompañar la gestión de estos conflictos cotidianos; la gestión comunitaria de las fuentes, el fortalecimiento organizativo de los acueductos, corren por parte de las comunidades que han estado generalmente solas en esta labor. Es una situación compleja y desafiante: se trata de los casos rurales típicos donde el Estado no ha podido hacer presencia permanente y efectiva, donde existen vacíos institucionales para gestionar los problemas, los cuales, a la larga, se resuelven por las vías no institucionales, no democráticas y en casos por las vías violentas. Un caso típico de la paz territorial en territorios rurales.
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