9 de mayo de 2016

¡Mujer defensora del agua, la vida y el territorio!

Por: Ana Milena González B.


Marcha de mujeres, Jardín 2013


Lograr la participación activa de la mujer en los territorios es la apuesta por la equidad de género que se ha venido desarrollando con avances significativos en el mundo, son las mujeres con sus luchas y los movimientos feministas (igualdad de derechos entre hombres y mujeres) las que han permitido que la mujer también sea vista como ciudadana, profesional, propietaria, educadora y participe activamente en las decisiones que la afecten; sin embargo, no ha sido un camino nada fácil y aún se requiere seguir empoderando a las mujeres y a los hombres para derrumbar las brechas de género que alejan la garantía efectiva de los derechos y promueven condiciones de desigualdad. 

Existen relaciones históricas entre la mujer, el agua, la vida y el territorio; trasegares profundamente cimentados desde  las mujeres rurales, pueblerinas e indígenas, que hace que 

la mujer se haga visible en los temas ambientales, acarreándole responsabilidades sociales que se han modificado considerablemente en el pasar de los años con los sistemas sociales, políticos, culturales y económicos.

Lo anterior, hace que la Organización de Naciones Unidas –FAO en particular- haya realizado estudios importantes sobre el papel de las mujeres de las zonas rurales frente a la conservación y la calidad de agua, puesto que en las prácticas culturales rurales son cotidianamente las mujeres las que identifican las fuentes de agua, la recogen y la utilizan en el hogar y en la agricultura familiar; es decir, es la población femenina, niños y niñas quienes identifican el agua para las necesidades vitales de los hogares en la preparación de los alimentos, para las labores de aseo personal y del hogar, cuidar los sembrados y dar de beber a los animales.

En la actualidad, la privatización ha afectado la disponibilidad de agua limpia; además, mientras no se reconozca la estrecha relación entre acceso al agua y pobreza y se desconozca el medio ambiente como un patrimonio ambiental común de la humanidad, un derecho humano fundamental, un bien social, en el cual las mujeres cumplen un papel prioritario en el cuidado y conservación, se tiende a agudizar la pobreza y a desmejorar condiciones de calidad de vida de las poblaciones.

Frente al papel de la mujer en los procesos ambientales, nace el ECOFEMINISMO, una corriente de pensamiento ambientalista de corte feminista, aparecida en Europa en el último tercio del siglo XX y que se ha expandido por todo el mundo. Una de sus mayores representantes es Vandana Shiva, ecofeminista célebre de la India, quien fue una de las primeras en mostrar el deterioro de las condiciones de vida de las mujeres del Tercer Mundo causado por el mal desarrollo. Vandana es pacifista, y establece como principios del ecofeminismo:

La tierra está viva, es sagrada y es la conexión entre todos los seres vivos.

La naturaleza fue reemplazada por el patriarcado, y las mujeres, parte de la naturaleza, se encuentran subordinadas frente al hombre y a la producción.

 • Respeto a todo ser viviente. Para desarrollar esta tesis planteó varias ideas, como construir otros tipos de instrumentos, más allá del Producto Interno Bruto (PIB), que evidencien la mejora en el desarrollo de las poblaciones, y el disfrute de derechos con responsabilidad.

Según Shiva, el ecofeminismo es tan antiguo como la vida misma y consiste en que no sea el ser humano el centro, sino que la vida sea el centro de la organización social, política y económica, situación que las mujeres practican de forma cotidiana, puesto que por la imposición social, son ellas a quienes se les ha dejado la tarea del cuidado y el mantenimiento de la vida. De tal manera que su objetivo es maximizar la riqueza de la vida.

Esta teoría nos permite pensar en las practicas regionales e identificar que en el Suroeste hay organizaciones de mujeres que vienen desarrollando proyectos de conservación, protección por la vida, la productividad local, la defensa del territorio; más aún, las mujeres rurales que en sus prácticas diarias fomentan la seguridad alimentaria y sin conocer en muchas ocasiones las bases teóricas del Ecofeminismo, son embajadoras del valor de la vida, la defensa del agua y la protección del territorio, mujeres que desde las comunidades indígenas, rurales y pueblerinas suman voces por el patrimonio ambiental y logran llegar a las instancias de decisión y de poder para instalar la vida como centro de la organización social.










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